Antesala del
amanecer
Cantan los fuegos fatuos en la antesala del amanecer.
Horas que se roban al tiempo en silencio, para no despertar
la conciencia dormida.
Y entre divagaciones y suspiros, resbalan las gotas de vida
por las lágrimas de los versos no escritos.
La incertidumbre ofrece la ley de los ojos cerrados, de las
manos sin tacto y los labios musitados por susurros embriagados de voz.
Despierta el hierro en la tez, yérgase el filo sobre la calumnia de la
verdad y quiebren los eslabones de la finitud.
No hay espera para el camino, cuando se narra la historia
del azar.