domingo, 8 de enero de 2017

AULLIDOS

AULLIDOS

           
Comencé a buscar en un mundo las respuestas a las preguntas de las inquietudes de un niño que se había perdido antes de comenzar.

Un infortunio en silencio que gritaba a voces el síntoma de la vida, la simpleza mas compleja de aceptar por la mortal consciencia del miedo.

Embisto al tiempo forzando a retroceder su recuerdo, desquitando los mitos a golpes contra la imparable torpeza de la fragilidad.

Intento escribir de nuevo, algo que me ayude a recordar porqué comencé a escribir, y resucitar el sentido vacío del vacío que siento dentro de mi.

Y tiemblo, grito y sollozo a escondidas mientras te sonrío, para no sentirme alejado de tu realidad, para no sentirme solo mientas me alejo de ti, mientras espero que la mirada de mi silencio reclame tu atención.

Son mis entrañas las que aúllan cada noche despertando la indómita bestia que hay dentro de mi, rompiendo los sueños tuyos que acogí en mi abrazo.

Se enciende el fuego del pánico incendiando los bosques de mi interior, llamaradas y latigazos espinales que deforma la respiración de mi voz, arcadas que se ahogan en el miedo negro y frío sudor que inunda y congela mi desequilibrado cuerpo.

Y querría acudir a ti madre, para que tu abrazo protector calme de una vez la lucha sin bandera proclamada que se desata cuando mi lobo ladra a la luna, para que calmes con una caricia en la nariz y un latido en tu pecho con el mío la desdichada dificultad que hace que me cueste tanto lo que a otros tan poco les cuesta perder.

Necesito aprender a perderme, necesito desorientarme, necesito comenzar a olvidar las historias que se repiten una y otra vez en la realidad de mi engaño.

Tengo miedo, llevo tiempo buscándolo, pero no alcanzo a encontrarlo.

Tengo tanto miedo que es todo lo que tengo para no sentirme solo.