AULLIDOS
Comencé a buscar en un mundo las
respuestas a las preguntas de las inquietudes de un niño que se había perdido
antes de comenzar.
Un infortunio en silencio que gritaba a
voces el síntoma de la vida, la simpleza mas compleja de aceptar por la mortal
consciencia del miedo.
Embisto al tiempo forzando a retroceder
su recuerdo, desquitando los mitos a golpes contra la imparable torpeza de la
fragilidad.
Intento escribir de nuevo, algo que me
ayude a recordar porqué comencé a escribir, y resucitar el sentido vacío del
vacío que siento dentro de mi.
Y tiemblo, grito y sollozo a escondidas
mientras te sonrío, para no sentirme alejado de tu realidad, para no sentirme
solo mientas me alejo de ti, mientras espero que la mirada de mi silencio
reclame tu atención.
Son mis entrañas las que aúllan cada
noche despertando la indómita bestia que hay dentro de mi, rompiendo los sueños
tuyos que acogí en mi abrazo.
Se enciende el fuego del pánico
incendiando los bosques de mi interior, llamaradas y latigazos espinales que
deforma la respiración de mi voz, arcadas que se ahogan en el miedo negro y
frío sudor que inunda y congela mi desequilibrado cuerpo.
Y querría acudir a ti madre, para que tu
abrazo protector calme de una vez la lucha sin bandera proclamada que se desata
cuando mi lobo ladra a la luna, para que calmes con una caricia en la nariz y
un latido en tu pecho con el mío la desdichada dificultad que hace que me
cueste tanto lo que a otros tan poco les cuesta perder.
Necesito aprender a perderme, necesito
desorientarme, necesito comenzar a olvidar las historias que se repiten una y
otra vez en la realidad de mi engaño.
Tengo miedo, llevo tiempo buscándolo,
pero no alcanzo a encontrarlo.
Tengo tanto miedo que es todo lo que
tengo para no sentirme solo.